Presentamos una obra de un teólogo alemán en alza que comienza a llegar al ámbito español, tal como denota la reciente traducción de su obra sobre cómo explicar la intervención de Dios en el mundo. Una obra claramente contextual, tal como denota el hecho de que se haya escrito en el marco del reciente Año de la fe y con un propósito muy claro: elaborar una teoría teológico-sistematica sobre el mismo acto de creer, subrayando la unidad existente entre dicho acto y su contenido, para salir al paso de la encrucijada actual en la que se halla el ámbito de la creencia. Pues, como asegura el autor en el prólogo, existen dos modos de defender la fe: considerar determinadas proposiciones de fe para demostrar su racionalidad y argumentarlas frente a eventuales objeciones; o fundamentar el mismo acto de la fe, algo que ha de considerarse fundamental, ya que actualmente no se discute tanto sobre sus contenidos cuanto sobre el mismo hecho de creer. Así, pues, el presente estudio pretende desentrañar la clàsica fides qua, pero sin desentenderse por ello de la fides quae.
La reflexión se divide en dos apartados, de extensión considerablemente desigual. La primera, mucho más extensa, versa sobre la comprensión de la fe. En ella profundiza en ciertas cuestiones básicas, como presentar la fe como un concepto clave para el cristianismo y usual en el lenguaje cotidiano (así como señalar la diferencia entre fe humana y fe cristiana), para proceder después a su comprensión desde la Escritura y desde un extenso repaso histórico, explicitando en este último cómo con san Pablo camienza una acentuación doctrinal de la fe. […]
Titula el segundo apartado Mediaciones de la fe. De dichas mediaciones trata en primer lugar la razón, y analiza la razonabilidad de creer y su consiguiente comunicabilidad (haciendo hincapié en el problema del lenguaje religioso y su replanteamiento desde los presupuestos de la filosofía del lenguaje) y tendencia a la universalidad. En este apartado desentraña las relaciones de la teología con las ciencias naturales y la sana comprensión y validez de una teología natural, así como repasa la cuestión de la apologética, apostando por una metodología intrinsecista, ya que la revelación es un evento de por sí evidente que debe mostrarse creíble, lo que no coarta la dosis arriesgada del acto de creer. De ahí su íntima vinculación con el sentido de la vida, en respuesta a una estructura antropológica fundamental, sobre la que también volverá más adelante. La segunda mediación es la eclesial. En esta ocasión desarrolla la Iglesia como lugar de la fe, como condición que la posibilita más que como contenido de la misma (si bien es verdad que algunas expresiones cuestionan este planteamiento del Credo ecclesiam: "La Iglesia es objeto de la profesión de fe", p.e.). En el desarrollo del aspecto comunitario y social de la fe, así como de la sacramentalidad eclesial, otorga un relieve especial al testimonio, así como a la explicación de la tradición, al reto de la inculturación y a las relaciones del magisterio eclesiástico con el magisterio teológico y el sensus fidelium. La tercera mediación es la experiencia y consiguiente prueba que implica, lo que le sirve para profundizar en las relaciones entre certeza e inseguridad de la fe y la misma crisis de fe, en el sentido de que "la misma verdad de la fe es sentida como no creíble" incluso por los mismos bautizados. En esta ocasión se detiene en un aspecto sobre el que el autor ha reflexionado bastante, como es la intervención de Dios en el mundo, su repercusión en la teodicea y el sentido de la oración de petición. Su argumentación resulta sugerente, pero, ya que viene del ámbito alemán, no hubiera estado mal que se hiciera eco de otras recientes publicaciones al respecto. Asimismo, profundiza en la realidad de la experiencia religiosa, partiendo de la pregunta sobre el sentido de la experiencia de Dios, si este no es un ser intramundano, y explicitando los límites de la misma desde el acercamiento al término misterio y una brevísima incursión por la teología negativa y la mystagogía.
Ni que decir tiene que nos hallamos ante un estudio bien fundamentado, que responde más bien a una exposición manualística. Además de por el nivel expositivo, este rasgo se advierte en otro sinfín de detalles didácticos, como la proliferación de esquemas que aclaran la exposición, el añadido de una extensa bibliografía de referencia y el acompañamiento de un índice onomástico, no muy bien realizado, por cierto. Mas su lectura deja entrever también algunas limitaciones. Por citar solo algunas, se debería entablar un diàlogo con su propuesta sobre la teodicea; su exposición de la mediación eclesial no profundiza en el hecho de que la Iglesia engendre en la fe; hubiera gustado una mayor reflexiòn sobre las relaciones magisterio eclesiástico y teológico, así como un mejor desarrollo de la credibilidad de la Iglesia, bastante ausente en estas páginas; quizá hubiera sido bueno aducir una nueva mediación, como es la historia y, mas concretamente, el reverso de la historia... Asimismo, aunque en la bibliografía aparezcan algunas referencias, se echan en falta las intuiciones y el desarrollo de pensamientos muy notables para una teología fundamental, como pueden ser los de Metz, Moltmann y la teología de la liberación (incomprensiblemente ausentes cuando aborda la relación ortodoxia-ortopraxis); la ausencia del pensamiento de Tillich cuando presenta la fe como riesgo; las aportaciones de Schillebeeckx, Latourelle, Fisichella, Fries, Wandelfels, Forte, Dülles, Torres Queiruga... En fin, una buena obra, pero llamada a ser complementada.
E. Gómez, in
Estudios Trinitarios vol. 49 (2-3/2015)507-510